viernes, 7 de septiembre de 2012

LEMA: 50 AÑOS DEL M.C.C. COMO DISCÍPULOS Y MISIONEROS

Señor


Gracias por los 50 años de presencia del Movimiento de Cursillos de
Cristiandad en Tucumán.
Gracias por darnos fortaleza para continuar con la misión que nos
encomendaste.
Gracias por poner en nuestros corazones: ilusión, entrega y espíritu de
caridad y así conducirnos por el camino de tu luz y tu verdad.
Gracias por enseñarnos y ayudarnos a vivir en la unidad.
Gracias por tu Gracia que nos permite: crecer en la piedad, conocerte
por el estudio y fortalecer nuestra voluntad para lanzarnos a la acción
de evangelizar.
Gracias por estas Bodas de Oro, camino luminoso que transitamos en
pos de un ideal.
Como discípulos y misioneros, queremos pedirte, Señor, que
continúes derramando tu Gracia sobre este Carisma que hace 50 años
enviaste a Tucumán.
Que la Virgen María, Madre de la Divina Gracia, y San Pablo nos
ayuden a continuar unidos en tu amor y en tu paz.
Amén.


SECRETARIADO ARQUIDIOCESANO DEL MCC

Asesor Espiritual: Pbro. Sergio Ramón Costilla
Presidente: Rolando Enrique León
Vice-presidente: Mónica Arellano de Bechara
Tesorero: Manuel Alberto Chacón
Vocal: Roberto Bollea
Colaboradores: Rogelio Rodriguez
                        Estela de Rodriguez



FOTOS ULTREYA ANIVERSARIO



 




La Fundación Ultreya fue creada con el objeto de acercar recursos económicos al MOVIMIENTO DE CURSILLOS de CRISTIANDAD de la Arquidiócesis de Tucumán a fin de realizar Cursillos, construir instalaciones a ese efecto, proveer el mantenimiento de las mismas, adquirir material didáctico, contratar servicios auxiliares de los cursillos y/o cursos o conferencias a organizar por el movimiento, Ejercicios o Retiros Espirituales periódicos, y cualquier otra actividad relacionada con el objetivo perseguido por el Movimiento.


Esto surgió debido a la experiencia recogida en el transcurso del tiempo, de la cual resulta cada vez más difícil mantener la actividad del MCC, por las limitaciones económicas: tanto en lo que hace a la posibilidades de los que van a participar de los Cursillos, como a las necesidades operativas propias del Movimiento con los gastos consiguientes. Si bien es cierto que se han arbitrado algunas soluciones (aportes individuales, el producido de la Cena de la Amistad, etc.) se hace necesario establecer y desarrollar una Institución capaz de generar y administrar aportes de la magnitud necesaria para afrontar esa situación.


El actual Consejo de Administración tiene como objetivos, no sólo alcanzar los recursos económicos necesarios para la realización de los Cursillos, sino también conseguir una sede propia para el desarrollo de todas las actividades del Movimiento.


Todos los miembros de la Fundación Ultreya somos conscientes que, solos no podemos hacer mucho, por esa razón como decimos siempre necesitamos de la comunidad, esa comunidad que se siente comprometida con la finalidad del MCC y quiere que esta hermosa obra del Señor siga dando frutos de conversión, por eso creo que invitarlos a acercarse a colaborar no está de más, cada uno puede aportar: su tiempo, sus ideas, sus contactos, sus aportes, sus donaciones, sus sugerencias y por supuesto sus oraciones.


Recuerda, esto lo construimos entre todos, tu ayuda es muy importante, esperamos poder contar contigo y estamos seguros que, todos los éxitos obtenidos serán gracias a la colaboración de todos.



San Miguel de Tucumán, 24 de Septiembre de 2012


Queridos Hnos. Cursillistas:

Hace tiempo que vengo observando con cierta preocupación, como me imagino que ustedes también lo habrán hecho, ciertas divisiones que se notan en nuestro querido MCC.

Quizás esto no constituya nada nuevo para muchos, es así que ya desde tiempo atrás la Mesa Directiva Nacional de turno, propuso un lema de “Unidos en la Caridad”. Desde aquel entonces, creo que se habló mucho de unidad…pero en la práctica es poco lo que se vio (a pesar de todo lo que se intentó).

La preocupación por esta situación, hizo que mi intranquilidad fuera creciendo…Es así que compartiendo opiniones, durante el Encuentro de Dirigentes de Mina Clavero, sobre ciertos hechos que acontecen en la vida de nuestro MCC con la hna. María Rosa Govi de Alto Valle de Rio Negro, nos propusimos buscar la forma de intentar buscar medios de unidad.

Creo que dicho a la manera de cursillos, todos somos “inexcusables” y debemos bregar por construir la unidad. Nosotros pertenecemos a un movimiento que tiene como finalidad acercar a los hombres a Dios con un claro mensaje, pero transmitido en forma testimonial, con mi testimonio…y debemos interpelarnos y plantearnos ¿cuál es el mío? ¿Cómo muestro a Cristo que vive en mí?.

Los invito a que reflexionemos sobre lo que nos dice la Iglesia.

El Concilio Vaticano II nos dice “No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido” ( G.S. 3)

Sin embargo aún cuando Cristo no vino a juzgar, como dice el texto, mucha veces nos ponemos en el papel de jueces…

Si bien considero necesario releer los puntos 4 y 5 de la Gaudium et Spes voy a extraer un párrafo del punto 4 : “ El género humano se halla en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos , sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive”.

Más adelante la misma G.S. en el número 24 nos dice: “Dios, que cuida de todos con paterna solicitud, ha querido que los hombres constituyan una sola familia y se traten entre sí con espíritu de hermanos. Todos han sido creados a imagen y semejanza de Dios, quien hizo de uno todo el linaje humano y para poblar toda la faz de la tierra (Act 17,26), y todos son llamados a un solo e idéntico fin, esto es, Dios mismo.

Por lo cual, el amor de Dios y del prójimo es el primero y el mayor mandamiento. La Sagrada Escritura nos enseña que el amor de Dios no puede separarse del amor del prójimo: ... cualquier otro precepto en esta sentencia se resume: Amarás al prójimo como a ti mismo ... El amor es el cumplimiento de la ley (Rom 13,9-10; cf. 1 Io 4,20). Esta doctrina posee hoy extraordinaria importancia a causa de dos hechos: la creciente interdependencia mutua de los hombres y la unificación asimismo creciente del mundo.

Más aún, el Señor, cuando ruega al Padre que todos sean uno, como nosotros también somos uno (Io 17,21-22), abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza demuestra que el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás”.

Podemos iluminarnos también teniendo en cuenta unas de las lecturas del último domingo “Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad. En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera. Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz. ¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros? Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra.” ( St 3, 16 -18. 4.1-3).

De lo expresado anteriormente se desprende que la unidad no es una opción, es una necesidad irrenunciable y debe ser previa a todo. Y la Iglesia no se cansa de repetirlo:

«Yo soy la vid; vosotros los sarmientos» (Jn 15, 5). La comunión de los cristianos entre sí nace de su comunión con Cristo: todos somos sarmientos de la única Vid, que es Cristo. El Señor Jesús nos indica que esta comunión fraterna es el reflejo maravilloso y la misteriosa participación en la vida íntima de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por ella Jesús pide: «Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21). (ChFL 18).

Alguna veces pienso ¿qué nos pasa a los cristianos?...¿pensamos que podemos caminar sin estar unidos a Cristo y a nuestros hermanos? ¿Qué entendemos por amar a Dios?

Hermanos, la unidad no se da por sí sola, debe construirse. Debe construirse desde el esfuerzo, el renunciamiento a tantas ataduras mundanas (como ideas, preconceptos, animosidad, mal llamados “principios”, etc), el sacrificio; pero sobre todas las cosas a la luz del Evangelio y del amor a Cristo para unirnos a quién es la “Vid Verdadera”. Para lograrlo contamos con el inestimable auxilio del Espíritu… “…quién lo conduce es el Espíritu del Señor” ( cf. G.S. 11) y nosotros estamos acostumbrados a invocarlo; ¿o acaso lo hacemos sólo de palabra?

Quisiera transcribir parte de lo que nos dicen nuestros pastores en el Documento Conclusivo de Aparecida :

Como nos dijo el Papa en su discurso inaugural: “Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano”23. La sociedad, que coordina sus actividades sólo mediante múltiples informaciones, cree que puede operar de hecho como si Dios no existiese. Pero la eficacia de los procedimientos lograda mediante la información, aún con las tecnologías más desarrolladas, no logra satisfacer el anhelo de dignidad inscrito en lo más profundo de la vocación humana. Por ello, no basta suponer que la mera diversidad de puntos de vista, de opciones y, finalmente, de informaciones, que suele recibir el nombre de pluri o multiculturalidad, resolverá la ausencia de un significado unitario para todo lo que existe. La persona humana es, en su misma esencia, aquel lugar de la naturaleza donde converge la variedad de los significados en una única vocación de sentido. A las personas no les asusta la diversidad. Lo que les asusta, más bien, es no lograr reunir el conjunto de todos estos significados de la realidad en una comprensión unitaria que le permita ejercer su libertad con discernimiento y responsabilidad. La persona busca siempre la verdad de su ser, puesto que es esta verdad la que ilumina la realidad de tal modo que pueda desenvolverse en ella con libertad y alegría, con gozo y esperanza. (DCA 42).

Mi propuesta es que refundemos nuestro querido MCC, y que lo hagamos desde el diálogo, la buena voluntad, la razón y sobre todo sobre principios evangélicos sólidos, desde el amor a Dios y a nuestro prójimo ya que nada podremos hacer sin él (cf. 1Cor 13, 1-13).

Estoy convencido que si somos proactivos y buscamos siempre renunciar a actitudes inmanentes que nos hacen creer que somos poseedores de la razón, para dar lugar a actitudes trascendentes que nos lleven a tomar actitudes humildes que además nos permitan reconocer que no somos nada sin Cristo y en todo caso aprender a descubrir a Cristo en nuestros hermanos. O en otras palabras reconocer la voluntad de Él y no defender la nuestra (aún creyendo que es la correcta).

Nos pongamos en actitud de oración constante invocando para que seamos asistidos con la Gracia Divina.

Rogando a nuestro patrono San Pablo y a nuestra Madre la Virgen María que interceda para que logremos reconvertirnos en el día a día, les envío un sincero:

¡¡¡¡DE COLORES!!!!



Rolando Enrique León

CC N° 171 – Arquidiócesis de Tucumán